domingo, 1 de julio de 2018

Nací bajo el sino del PRI.

Nací bajo el sino del PRI.

Crecí escuchando de transformaciones estructurales, de pactos de civilidad y de resurgimientos de nación. No entendí mucho, pero crecí temiendo a los autos sin placas y vidrios polarizados y a los inspectores del departamento. Nadie se oponía a la policía, fueras inocente o culpable.

Crecí escuchando historias de corrupción, leche radioactiva (sic) y desastres generados por la corrupción. Así pasé por San Juaníco, por Guadalajara explotando por los aires y por temblores que derrumbaron a todo México.

Temí expropiaciones, ventas escandalosas y deudas que aun seguimos pagando y los hijos de nuestros hijos seguirán también  haciéndolo.

Crecí escuchando mil veces que el petroleo nos sacaría de pobres y justamente ahora es el mismo petroleo que nos hunde en la pobreza.

En una ocasión tuve esperanza, y la esperanza la truncó el "loco del pueblo", el loco que nosotros mismos votamos y que no supimos reconocer como tal.

Esta noche, tengo fe y una nueva esperanza.¡Qué demonios, sigo siendo un romántico! No tengo miedo de una balcanización o de una venezuelización (SIC), tampoco soy tonto para creer que todo se arreglará en seis años, ni que la corrupción terminará en doce, pero se que una buena base es un buen sustento de algo más grande.

Buena tierra,  buena cosecha.

Quiero creer, quiero soñar y esta noche me siento soñador, pues ahora muchos más nacerán bajo otro sino diferente al que yo nací.

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